VIAJE INTERIOR
HACIA EL EMPODERAMIENTO
¿Dirigentes de
nuestra vida o dirigidos? ¿Responsables o dependientes? ¿Libres o apegados?
¿Egoicos o Logoicos?
Comenzamos con estas
preguntas claras y concisas, ya que por sí mismas contienen la respuesta. El
Viaje Interior hacia el Empoderamiento es la dirección clara que nos conduce
hasta el YO ESENCIAL. Dejamos de ser
piezas de un puzle movido por los hilos del falso poder y pasamos a ser la
pieza completada y colocada en su lugar, con consciencia de que también somos el
puzle. Es decir, ahora tenemos la capacidad para reconocer esa pieza que somos
dentro de un TODO y también podemos identificarnos con ese TODO del que
formamos parte vital, como seres únicos e irrepetibles.
El Portal de Hoy,
nos muestra la entrada al nuevo Paradigma Social. En este Paradigma, el Empoderamiento
del individuo como tal, es esencial.
¿Cómo definir empoderamiento…? Empoderarse es tomar el Poder. Es saber quién
eres. Qué has venido a hacer. Qué lugar ocupas en el puzle. Empoderarse es
regresar al hogar completo de quién eres. Es recuperar a tu familia original, a
tu Ser, es recuperar tu verdad. Empoderarse es, en definitiva, SER y sólo siendo, podemos HACER y PENSAR en coherencia con quienes SOMOS.
A lo largo de
nuestro caminar sobre la línea de tiempo como alma, hemos vivido de todo. Hemos
sido el que mueve los hilos, el que se somete y el que corrige dicho exceso o
defecto de poder, buscando el equilibrio del SER.
En esta meditación,
trataremos de transformar definitivamente el supuesto origen del conflicto de
poder de nuestro tiempo, que se inició en la Antigua Roma, donde se definieron
las normas y leyes de un Sistema del que todavía, a fecha de Hoy, somos
esclavos. Desde entonces hasta ahora, ha pasado mucho respecto al camino
evolutivo individual, en cambio no tanto para el inconsciente colectivo
planetario, que sigue sin identificar su individualidad y se mueve a través de
la inercia del colectivo. Afortunadamente, somos muchos los individuos que nos
hemos despertado a una verdad superior y entre todos hemos formado una perfecta
alianza de verdadero poder, que ha conseguido dar equilibrio a ese inconsciente
colectivo y HOY podemos asegurar, que ha tomado las riendas del PODER, con el
objetivo de convertirse en los intermediarios entre el Cielo y la Tierra. Son
tiempos de que las fuerzas celestiales encarnen en nuestro planeta, de que la
sabiduría chrística penetre en cada uno de nosotros y de que el falso poder
caiga con la misma fuerza con la que fue creado. Es tiempo de dar un giro
vital.
Comenzamos…
Conectados con
nuestra fuerza vital, unimos nuestro corazón con el corazón del planeta y
sentimos esa comunión como un lazo indestructible. Gaia se siente alegre y nos
entrega toda su fuerza para llevar a cabo este trabajo, pues ella ha sido
testigo directo de todo nuestro paso por la tierra. Le pedimos que nos acompañe
en este viaje que realizaremos a los largo de la línea de tiempo y siendo uno y
dos a la vez nos sumergimos en la magia de los mundos intangibles, con respeto
y gratitud.
(pausa)
En un espejo que
guardo en la cueva de mi Alma, me observo con detenimiento. He decidido mirarme
de frente, como nunca antes lo había hecho. El espejo vibra, llamando mi
atención. Me acerco con la sencillez de mi intención y con una clara idea… sea
lo que sea que no deba acompañarme, tengo que identificarlo. Me reflejo entre
destellos lumínicos que no me dejan ver nítida mi imagen. Ondulaciones
extrañas, provocan que no se defina mi Alma.
Fijo la intención y
fijo la mirada, por fin la imagen es nítida y clara. Soy Yo.
(pausa)
Puedo ver una parte
de mí, es anciana, siquiera tiene nombre, es una parte que tiene que
transformarse si quiere volver a vivir. Me conecto con esa parte, con la que se
aleja de lo que mi Gran Alma quiere vivir. Sin esta parte no puedo ir más allá
de lo que ya conozco de mí. Es necesario que acepte todo lo que contengo. Así
decido conectarme con este residual que llevo conmigo y que siempre sufre por
miedo. Al hacerlo, siento asco de todo, de quien soy, de quien fui y de quien
pudiera llegar a ser. Las circunstancias han vuelto a superarme y la vida, sin
siquiera apiadarse, me vuelve a llevar a un lugar en el que no quiero estar.
El caos me envuelve.
Me sujeta fuerte. Me sacude. Me invierte. Me abandona a mi suerte. Siento como
se zarandea todo, absolutamente todo lo que habita en mí- es ese sistema de
valores, de creencias, de posiciones… los dogmas, los arquetipos, todo,
absolutamente todo, se resquebraja y comienza a caer. Nada se sustenta ya en
nada, todo perece. Me fijo, parece que yace inerte, sin base. Sin nada que le continúe
alimentando.
Lo estoy
comprendiendo… los pilares en los que mi Alma se fundamentó, están
agrietándose. Escucho el ruido que me certifica que las bases se están rompiendo
a gran velocidad. Voy a caer. Vamos a caer. Me detengo… escucho… parece un
terremoto interior… lo tengo claro… todo dentro de mí se está destruyendo…
Nada es ya lo que
parece. Nada es tal cual siempre fue. No me resisto. Me abandono aún más si
cabe al proceso que ha comenzado dentro de mí. Dejo que el terremoto sacuda
todo mi Ser. No existe ninguna resistencia en mi Alma. Me entrego. Gaia
también.
Permanezco y siento
mi mundo interior caer a pedazos…
(pausa)
De repente, algo
sucede, me veo transportado en el tiempo. Una fuerza me catapulta hacia algo
que me sucedió en el pasado. Siento vértigo de lo que ello supone. No me
resisto. Fluyo en la dirección de la fuerza. Siento su poder y como me envuelve
de todo aquello que Hoy es necesario resolver.
Algo me dice que es
necesario conectar con el origen de todo. Un episodio transcurre ante mis ojos.
Siento como una
parte de mí, comienza a identificar lo que ocurre.
Escucho gritos en la
calle. Alguien me empuja mientras me dice: “Vigila Estúpido”. Doy un traspiés y
me subo a la acera. En ese instante se cruza un carro tirado por dos veloces
caballos, que no tienen intención de detenerse, obedecen órdenes de un
conductor que le importar poco quien se cruza en su camino. Estoy convencido de
que me hubiera arrollado, sino me aparto. Siento gratitud por la persona que me
ha avisado.
Reviso mi entorno,
por vez primera me doy cuenta que he sido catapultado a otro espacio y otro
tiempo. Mujeres, hombres, mendigos, ricos, niños y adolescentes, se cruzan ante
mis ojos.
Advierto como unos
mercaderes, están discutiendo en el mismo centro de la plaza donde me
encuentro. Me quedo absorto con la discusión, al tiempo que me acerco. Parece
que están a poco de agredirse. Siento que tengo que impedirlo. Uno de ellos
amenaza al otro con una arma. La gente mira y no hace nada. Se arremolinan ante
la escena. No me lo puedo creer… soy testigo de cómo la ira se apodera de uno
de los individuos, parece que está dispuesto a
arrebatarle la vida. Nadie llama a la policía. Nadie hace nada. Nadie
interviene para detener ese impulso. El agredido se asusta y no reacciona ante
aquella amenaza.
De repente, otro
mercader se alía con el agresor y le insta a matarlo:
-
Vamos… No te detengas… Hazlo… No puede especular con los precios de
ese modo… Siempre acaba sacando más mercancía que el resto. No tiene escrúpulos
– grita.
-
El precio de mis productos es justo, el vuestro no – intenta
explicarse el mercader acorralado balbuceando de miedo ante sus energúmenos
compañeros.
El agresor sigue
amenazando. El cuchillo flota en el aire, empuñado y listo para ser asestado en
el pecho de quien cree su contrincante.
No me lo pienso más.
No dudo. Doy un salto. Me lanzo sobre el agresor y de un empujón, consigo
apartarlo, en el preciso instante en el que su brazo ya dirigía con la fuerza
suficiente, su clara intención de dar muerte.
Lo que ocurre luego,
es imposible de describir. Siento el instinto de la lucha en mí. Siento que soy
el observador. Siento que soy el agresor, pero también siento que soy el
agredido. Soy todos ellos y no soy ninguno. Me pregunto: - ¿Pero entonces quien
soy…?
Permanezco y siento
que la respuesta la guardo en un lugar remoto de mi Corazón. Gaia sonríe a mi
lado… detiene el tiempo. Nos sumergimos en el espacio y allí, con la mirada del
Alma, nos comunicamos.
(pausa)
En ese espacio en el
que me encuentro acompañado de Gaia, pongo orden a mis emociones. Nada es lo
que parece. Entonces… Gaia me susurra al oído:
-
Todas tus estructuras se han derrumbado. No eres el mismo, por eso
puedes vivir en el cuerpo del agresor, del agredido y del observador. Dime…
¿qué crees que precisa el agresor…?
-
La Conciencia de la Ley – le digo a la vez que asiento - . Precisa
conocer la consecuencia de sus actos y de cómo estos si no los diriges bien, te
mandan al pozo de tu propia oscuridad.
-
Es muy cierto… ¿Y cómo crees que sabes eso…?
-
Sólo lo puedo saber por haber sido agresor también…
Gaia nos vuelve a
sonreír y sigue preguntando:
-
¿Y qué crees que precisa el agredido…?
-
El agredido precisa sentir su poder en sí, que nada ni nadie es
más poderoso que él. Que no es la víctima del agresor, sino de su falta de
posición. Cuando ocupe su sitio, desaparecerá el agresor. Lo sé porque yo
también fui víctima de mi inseguridad interior.
-
Y por último ¿qué crees que precisa el observador…? – me pregunta
la bella entidad planetaria, que no deja de sonreír.
-
El observador sólo precisa saber que es amor, que es experiencia,
que es perdón, que es el maestro de esa trinidad que habita en sí. Sólo
necesita mostrar la coherencia de su profundo sentir. Nada más.
De nuevo el tiempo
comienza a correr. La escena sigue su ritmo pero no su desenlace. Cuando el Yo
del Observador interviene, la obra se reescribe, pero para que eso suceda, el
Yo del agresor tiene que perder su poder. Y el Yo del agredido tiene que
posicionarse en su sitio. Sólo entonces ninguno y los tres, caminarán a la vez,
siendo UNO.
Gaia, vuelve a
sonreír, lo hemos comprendido. Quiere que esa transformación interior, la
llevemos a todos los planos y dimensiones, pues sólo así, lo invisible puede
hacerse visible.
Sentimos la
consciencia palpitando eterna en nuestro corazón.
(pausa)
Siento el UNO en mi
Corazón y como al sentirlo, Gaia parece iluminarse. Me abraza y me dice que
ahora su Sol, es también mi Sol. Sonreímos, al tiempo que caminamos unidos por
un Prado de verdes exquisitos. Flores, mariposas, gorriones, arbustos llenos de
frutos, árboles caducos, cascadas de dulces aguas, se cruzan a nuestro paso.
Los aromas no pertenecen al mundo que hasta ahora conocíamos, son especiales,
son intensos, son dulces mensajeros, que nos despiertan recuerdos que nuestra
Gran Alma guardaba muy adentro.
Alcanzamos un
inmensa explanada. Allí encontramos a nuestros compañeros de viaje, de todas
las dimensiones y tiempos. Holmish, elementales, tótems, animales, ángeles,
guías, maestros, millares de seres humanos, que como nosotros han alcanzado a
llegar hasta este enclave precioso.
Nos abrazamos con
todos. Sentimos a nuestra familia espiritual, como nos recibe y nos recuerda lo
mucho que nos hemos encontrado a faltar. Nadie está perdido. Todos sabemos que
nuestro Hogar está apunto de desvelarse. Sentimos alegría en nuestros
corazones. Bailamos unos con otros. Dejamos que la brisa comparta con nosotros,
esa sintonía que nos abraza a todos.
(pausa)
Una increíble Puerta
se abre ante nuestros ojos. Estamos desnudos. Libres de Todo. El pasado quedó
en nosotros, volcado como un precioso diamante experiencial. La Puerta no
precisa de llave, sólo de verdadera intención para cruzar. Uno a uno caminamos
hacia el umbral. Estamos seguros de lo que vamos a hacer. Sentimos un gran amor
por todo.
Es nuestro turno. La
luz lo cubre Todo, hasta tal punto que sólo podemos ver con los ojos del
Corazón. Caminamos, cruzando la Puerta hasta el otro lado. Permanecemos en
absoluto silencio, permitiéndole al Alma llenarse de gozo. Estamos ante Dios
porque ahora Dios está en nosotros.
(pausa)
Cuando volvemos a
recuperar la consciencia de nosotros como un Todo, advertimos que Gaia es muy
diferente a como estábamos acostumbrados. Su luz es otra, su vibración contiene
música, su Gran Alma lleva un vestido muy diferente. No existen en ella nodos,
ni fronteras que definan culturas, razas, civilizaciones, etc.. Todo es UNO y
como Uno, se convierte en el Sagrado Hogar de Todos.
Sigo caminando a su
lado. Nos acercamos a un lugar precioso, desde donde puede observarse el
cosmos. Tomamos asiento uno junto al otro. Contemplamos el Cielo. Sentimos bajo
nuestro pies la Tierra que pisamos.
-
Sabes… - me dice Gaia – estamos bajo el mismo Cielo que nos amparó
en toda la Línea de Tiempo, en la que hemos tomado madurez. ¿Lo ves…? Es
precioso.
-
Si, lo puedo ver. Sabes… - le digo – estamos sobre la misma Tierra
que nos amparó desde el primer día que comenzamos a tomar experiencia en este
planeta. ¿La sientes…? Es mágica. Eres tú.
Nos reímos ante la
seguridad de que ese Cielo y esa Tierra ya no tienen nada que los separe. Ahora
como vehículo intermedio entre ambos, sabemos que el Cielo está presente en la
Tierra. Podemos sentir la magia y la madurez gobernar como unidad, construyendo
una nuevo paradigma en el que continuar.
(pausa)
Lentamente,
abrazados a nuestro nuevo y cálido Hogar, recuperamos la consciencia de esta
dimensión material y nos quedamos en silencio, acompañados por la paz y por la
música.
Texto y Narración a cargo de Núria Gómez y Karme Millán
Temple Inanna